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LA NUEVA PAMPLONA DEL VALLE DEL ESPIRITU SANTO fue el nombre con el que Pedro de Ursúa y Ortún Velasco de Velázquez reorganizaron en encomiendas (institución socio económica mediante la cual un grupo de individuos debía retribuir a otro en trabajo, especie o por otro medio, a cambio de protección y amparo) los dispersos poblados de indígenas que encontraron en su marcha hacia el norte, en 1549, provenientes de santa fe de Bogotá. Inicialmente fue un centro que pretendió ser minero de los filones de oro de la cordillera oriental, cercana a los páramos de Berlín y El Almorzadero. Nunca, sin embargo, profundizó en esa tradición, y se mantuvo como un centro de acopio agrícola, favorecido por un clima frio y seco, altamente saludable, barrido por los vientos fríos de los páramos. Con sus calles centrales bien cuadriculadas y en el pasado reciente completamente pavimentadas, ha venido a ser abrigo para cerca de 70.000 habitantes, muchos de los cuales han ido remontándose por las laderas del valle del río Pamplonita, que la cruza de sur a norte. Carente de industrias significativas, tiene un presupuesto que es inferior al de su Universidad; la vida social es animada por casi dos decenas de miles de una población universitaria, que irriga sus recursos económicos en una amplia variedad de servicios de alimentación, vivienda, papelerías y de recreación, y que la vacía en épocas de vacaciones dando la impresión de un pueblo todavía más taciturno.
Su comercio se nutre significativamente de las mercaderías que fluyen en ambos sentidos entre Cúcuta y Bucaramanga, de tal manera que en ella habitan prósperos comerciantes.
Atravesada por la carretera nacional que ocupa toda la parte central de la calle 4, espera el momento en que se construya una variante, lo que daría respiro a las numerosas tracto mulas que con frecuencia se bloquean mutuamente, debido a la estrechez de las numerosas curvas que serpentean por la parte norte de la ciudad, cerca de la Universidad de Pamplona.