A veces, pequeños cambios en nuestros hábitos pueden llegar a significar grandes diferencias en nuestro día a día. Por servirnos de un ejemplo, seleccionar productos bajos en grasa como la leche descremada o comer fruta en vez de tomarla en zumos. Consume comidas pequeñas cada 2 o tres horas. De este modo, sostendrás tu metabolismo funcionando y evitarás comer en exceso en la siguiente comida. El metabolismo activo conduce a la quema de más calorías y a una pérdida saludable de peso. Para una mejor digestión es recomendable comer de manera lenta y masticar apropiadamente la comida. De esta forma, te sentirás lleno antes de comer en demasía y te ayudará a reducir las calorías tomadas. Escoger ingredientes saludables es solamente el comienzo. La manera en que cocinas tus comestibles es de vital importancia para desarrollar un sabor agradable mientras que mantienes las grasas bajo control. Algunas de las técnicas de cocción más saludables son cocinar al horno, al papillot, asar a la parrilla, cocinar al vapor y asar. Es aconsejable asar la carne y las verduras al horno en lugar de freírlas. Se puede asar prácticamente cualquier alimento en el horno en media hora o menos con una cucharadita de aceite de oliva, sal y pimienta. Procura que tus comidas se vean bonitas. La forma en que sirves la comida puede afectar a la cantidad y frecuencia con la que comes, a tu experiencia alimentaria y a tu relación con los alimentos normalmente. No necesitas hacer nada demasiado extravagante con tus platos, solamente tratar de sostener tus comidas coloridas y disponerlas en el plato para que luzcan mejor. Cocinar el alimento ya antes es una de las maneras de comer sano y ahorrar. Necesitarás los recipientes adecuados para evitar quemaduras por congelación y etiquetarlos claramente para poder identificarlos de forma fácil en las próximas semanas. Al principio, esta preparación puede requerir un tanto más de trabajo, pero será un gran ahorro de tiempo durante una semana atareada.

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